Aldo Rossi y el Cementerio de San Cataldo en Módena

Aldo Rossi y el Cementerio de San Cataldo en Módena

El paso del tiempo, los vestigios de la muerte, y la historia del lugar, en combinación con otros referentes de cementerios judíos construidos en el siglo XIX, fueron conceptos adoptados por el arquitecto Rossi para crear este espacio “metafísico”.

 

Aldo Rossi es considerado uno de los pilares teóricos en la historia de la arquitectura contemporánea. El arquitecto milanés (1931-1997), a través de su obra y escritos, puso en manifiesto la importancia de los hechos urbanos y de la arquitectura como parte de un tejido histórico, social y político.

Para Rossi, la dimensión arquitectónica de lo urbano es complementada por la dimensión urbana de la arquitectura: una relación recíproca que permite entender la complejidad de las ciudades y su memoria. Otro concepto importante que desarrolla es el de tipología que, para él constituye la base esencial del proceso de proyecto. En su libro La Arquitectura de la ciudad, explica que la llamada forma tipológica hace referencia a un diseño general de la arquitectura que pone en evidencia hechos locales, regionales, etc. hasta convertirse en elementos de una normativa: “una forma que, después de precisarse por medio de la relación con realidades distintas, se convierte en una manera de afrontar la realidad”.

A partir de estas ideas desarrolló el proyecto para el Cementerio de San Cataldo en la ciudad de Módena, Italia. El paso del tiempo, los vestigios de la muerte, y la historia que el lugar guardaba de un siglo atrás, en combinación con otros referentes de cementerios judíos construidos en el siglo XIX, fueron, en este caso, la ruta analógica que Rossi introdujo para el diseño del espacio.

El proyecto, fue el vencedor de un concurso nacional lanzado en 1971, que tenía como tema la ampliación de un viejo cementerio neoclásico proyectado por Cesare Costa alrededor de 1850. La intervención en el cementerio respetó las preexistencias al dar continuidad a los muros existentes. Posteriormente fue incorporado un pórtico, una suerte de calle cubierta, que daba un carácter urbano a la arquitectura y a la vez acogía los servicios necesarios para el funcionamiento del lugar.

La forma tipológica del cementerio se caracterizó por los recorridos rectos porticados, a lo largo de los cuales fueron dispuestas las urnas. Estas circulaciones colocadas de forma perimetral y central se desarrollaron tanto en la planta baja como en los niveles superiores. Al centro del terreno fueron proyectados columbarios ordenados regularmente e inscritos en un triángulo parecido a una caja torácica cuya espina central se dilata hacia la base. A los extremos de este eje Rossi dispuso dos elementos de forma definida: un cubo y un cono. Debajo del cono ubicó la fosa común y en el cubo, el memorial de los muertos en guerra y los osarios.

Solo la escala de dichos elementos les da el carácter monumental y de acuerdo con analistas, materializan el significado de la muerte y el recuerdo. La construcción cúbica con sus vanos regulares tiene la estructura de una casa sin pisos ni techo, similar a los vestigios que deja una antigua construcción en ruinas. Dichos vanos no tienen cerramientos, perforan el muro: es la “Casa de los muertos”, concebida por Rossi como un espacio incompleto, propenso al olvido y al abandono.

Cabe mencionar que para los años en que fue construido el recinto, el arquitecto sufrió un accidente automovilístico, y tras estar un largo tiempo hospitalizado, comenzó a teorizar sobre la estructura del cuerpo: “la cuestión del fragmento en la arquitectura es muy importante ya que puede ser que solo las ruinas, expresan un hecho completo… Estoy pensando en una unidad, o un sistema, compuesto exclusivamente para volver a montar fragmentos.” Y es que tanto los elementos de los cementerios del siglo XIX retomados por Rossi, como los nuevos, crean un sistema que parece conectarse mediante una configuración osteológica: ahí están dispuestas las piezas, la memoria y el tiempo las unen.

El proyecto del cementerio no llegó a construirse en su totalidad. Al igual que la “Casa de los muertos” quedó como un sitio inconcluso. Sin embargo, Rossi declaró en su momento que lo asumía con naturalidad, pues la vida, como la arquitectura está inmersa en un proceso prolongado que conlleva su propia destrucción. Su carácter efímero es común a todas las manifestaciones creativas humanas.

Por Laureana Martínez Figueroa


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