Arquitectura canina de autor

Arquitectura canina de autor

Para el horóscopo chino, 2018 es el año del Perro. A manera de conmemoración, les presentamos la historia de esta casa diseñada por el célebre arquitecto Frank Lloyd Wright para un cliente muy especial.

Sin duda, en la historia de la arquitectura, la figura del arquitecto Frank Lloyd Wright (1867 – 1959) es mención obligada. Considerado por muchos el más grande arquitecto norteamericano, Wright dejó en este mundo un prodigioso legado que abarca desde intervenciones en artes decorativas y gráficas, casas, edificios públicos, comerciales y planificación urbana hasta esta curiosa casa proyectada para Eddie, un simpático labrador negro.

Jim Berger, el dueño del can, fue hijo de un cliente de Wright, el profesor de ingeniería mecánica Robert Berger quien había encomendado al célebre arquitecto el diseño de una casa familiar.

En 1950 Wright entregó los planos de la casa a Robert Berger quien que se dio a la tarea de construirla por sí mismo. Jim, que en ese entonces tenía 12 años, necesitaba una morada para su amigo canino, y en junio de 1956, respetuosamente dirigió una carta a Frank Lloyd Wright pidiéndole el diseño de dicha casa y ofreciendo como pago todo lo que había ganado trabajando en el reparto de periódicos durante varios meses.

La respuesta no fue inmediata, pues en ese entonces Wright estaba ocupado con la construcción de varias obras (por las fechas dadas coinciden el Museo Guggenheim de Nueva York, la sinagoga Beth Solomon en Pensilvania, la casa para William Tracy, la remodelación del Plaza Hotel en Nueva York, o la Annunciation Greek Orthodox Church de Wisconsin, entre otros proyectos).

Sin embargo, al segundo intento, la respuesta fue un set completo de planos que el arquitecto envió como regalo para Jim y para Eddie. El resultado es una casa de madera, de planta triangular y techo a dos aguas que se integra perfectamente al contexto y como toda arquitectura de autor, presenta rasgos de diseño inconfundibles.

Desafortunadamente, ni Eddie ni las siguientes mascotas que tuvieron los Berger quisieron habitar la casa. La mente animal sigue siendo un misterio, sin embargo esta historia nos permite conocer el lado humano y la generosidad de una de las grandes figuras de la arquitectura mundial.

 


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