Complejo de Edificios América: una ausencia más en el paisaje citadino
El Complejo de Edificios América, proyectado desde mediados de los cincuenta por el arquitecto José Villagrán García, fue en su momento una de las obras más importantes que se realizaron en el Centro Histórico de la Ciudad de México. En él convivían lenguajes arquitectónicos diferentes, confirmando que la modernidad podía dialogar con las preexistencias coloniales. Aquí les compartimos un poco de esta historia.
La iglesia de Corpus Christi, construida en el siglo XVIII, sigue en pie. El que no continúa como parte del paisaje citadino de la Ciudad de México es el Complejo de Edificios América, una de las obras más importantes de los años sesenta y proyectado desde mediados de los cincuenta por el renombrado arquitecto José Villagrán García. Este complejo localizado en el centro de la ciudad, constaba de tres partes principales: Un edificio dedicado a oficinas; el otro a estacionamiento para automóviles; y el tercero, a hotel.
El proyecto tenía como espacio principal y eje de los demás, una plaza central, la cual estaba formada por un vestíbulo de acceso a todo el conjunto, y a través de ella se hacía la circulación de las plantas bajas de los edificios, entre dos arterias de primera importancia, la Avenida Juárez y la Avenida Independencia. El edificio para estacionamiento constaba de seis pisos y un sótano con un cupo para 405 automóviles. Como para aquellos momentos la industria automovilística se expandía con éxito, además de los espacios para los vehículos, en el sótano se contaba con un servicio de lavado y engrasado y en el sexto piso se instalaron las oficinas de la compañía propietaria del éste
Alrededor de la iglesia de Corpus Christi, que ya en ese momento funcionaba como museo —y que en algún momento se pensó demoler pero lo cual afortunadamente no se concretó—, se construyó un pequeño pabellón con comercios en planta baja, y un piso comercial de doble altura. Todas las plantas bajas del conjunto eran comerciales y los espacios para oficinas, cuyo acceso era por la plaza, tenían destinado, además de la planta baja, un piso de doble altura para comercios y once pisos para oficinas. Y fue debido a que en este complejo se alojó la Compañía General de Seguros América, por lo que a este centro financiero y comercial se le conoció cono el nombre de Centro Inmobiliario América o Complejo de Edificios América.
En todas las estructuras de este conjunto se empleó el concreto armado y materiales de primera calidad y de última tecnología en aquella época, como el pavimento de piedra, la piedra también en la fachada pero combinada con plástico, elementos modulados horizontales y verticales de aluminio en los espacios de oficinas, paños ciegos de piedra y de cristal y persianas de aluminio para las fachadas poniente.
El arquitecto Alberto T. Arai, dejó su opinión sobre este conjunto describiéndolo de la siguiente manera: “Masas, macizos y claros se combinan en ángulos formados por grandes paramentos encontrados. Visto el edificio según los estratos horizontales que lo forman, superponiéndose en orden ascendente, se descubre la discreta melodía de las fachadas. El tema sólido de ésta gravita sobre los pisos inferiores, pero el resto se resbala después sin variaciones hacia lo alto […]”
Mención aparte merece el edificio destinado a espacio de alojamiento, en el cual se instalaría el reconocido Hotel Alameda, que se construyó cuando los edificios de oficinas y el estacionamiento ya habían sido terminados. Los planes para comenzar la construcción del Alameda comenzaron en 1958 —dos años después que se levantaron el estacionamiento y las oficinas—, pero las gestiones para su financiamiento llevaron más tiempo del que se esperaba, por lo que pudo ser construido entre 1961 y 1962.
Sólo contamos con algunos detalles sobre cómo era el hotel por dentro, con su piscina en el piso número 17 completamente cubierta y con vista a la Torre Latinoamericana, sus elegantes interiores, su sala de recepciones o el Salón Romano, “impecablemente adornado con macizos de flores y figuras de hielo artísticamente iluminadas” cuando se realizaba algún evento. Nos quedan más testimonios de su aspecto exterior que brindaba la sensación de modernidad gracias a sus enormes ventanales y que ubicaba a México como una ciudad cosmopolita instalada en el futuro, pues la edificación contrastaba claramente con la pequeña Iglesia de Corpus Christi, que de pronto se encontró envuelta por la nueva construcción.
El Hotel Alameda se mantuvo en funciones hasta 1985 cuando el sismo del 19 de septiembre le provocó un daño irreparable y, al igual que otras construcciones de la Ciudad de México, quedó bastante afectado por el movimiento. De esta manera, el Complejo de Edificios América tuvo que ser demolido para rehabilitar el lugar y convertirlo desde el año 2005 en lo que conocemos como Plaza Juárez. La pequeña iglesia de Corpus Christi, sin embargo, sigue de pie y presenciando la transformación de la ciudad desde hace ya más de tres siglos.
Por Paulina Martínez