De calacas, xoloitzcuintles, pavorreales e ingenieros

De calacas, xoloitzcuintles, pavorreales e ingenieros

Estaba la muerte un día

platicando con Dolores

de arte, xolos, y flores:

las pasiones que tenía.

La calaca sorprendida

no conforme se quedó

y a Dolores se llevó

para saber de su vida.

Ay! esa flaca tilica

ahora visita el Museo

para ver la historia de ICA

y de Dolores Olmedo.

Desde su nacimiento en 1994, El Museo Dolores Olmedo ha mantenido la tradición de presentar a sus visitantes una Ofrenda de Muertos, que constituye un tributo a diversos personajes y aspectos de la vida. La de este año está dedicada a los arquitectos e ingenieros, cuyo talento permitió construir las grandes obras de infraestructura de la Ciudad de México. Pero detrás de este homenaje hay una historia poco conocida, la de Dolores Olmedo y la compañía constructora que patrocina la ofrenda actual, ICA.

María de los Dolores Olmedo y Patiño Suárez fue una mujer polémica, audaz, representante del feminismo en el siglo XX. Es reconocida como una gran coleccionista de arte, cuyas obras se encuentran en el museo que lleva su nombre al sur de la Ciudad de México, conocido también como “Hacienda la Noria”.

Lola Olmedo nació en Tacubaya en 1908, poco antes de que estallara la revolución mexicana, dentro del contexto político y social del México del temprano siglo XX. Fue la mayor de los hijos del matrimonio formado por la maestra normalista María Patiño Suárez y Manuel Olmedo Mayagoitia un profesionista que trabajaba como contador y abogado en algunos establecimientos de la Ciudad de México.

Tuvo una infancia marcada por el hambre y la escasezen parte por la muerte de su padre, y también por la inestabilidad propia del periodo revolucionario que ocasionaba situaciones de incomunicación y desabasto para los habitantes de la capital. Por ello, le fue difícil asistir a una escuela: su madre se encargó de educarla en la misma escuela donde trabajaba.

Años más tarde la ayudaría dando algunas clases de dibujo a grupos de niños pequeños, pues desde entonces se interesaba por las artes.  Después inició sus estudios formalmente y  cubrió los créditos correspondientes a la secundaria para posteriormente ingresar a la Escuela Nacional Preparatoria como requisito anterior a la Universidad Nacional.

Dolores comenzó sus estudios universitarios en la escuela de derecho, cursó la carrera durante dos años, a pesar de que en esos tiempos las mujeres que llegaban a la universidad eran escasas; también completó sus estudios de arte en la Academia de San Carlos, y de música en el Conservatorio Nacional, aprendizajes que con los años le resultarían útiles para impartir clases después.

La necesidad de trabajar por su familia la llevó a emprender un negocio. Recibió el ofrecimiento para adquirir una pequeña tabiquera que compró con enormes dificultades, solicitando un crédito al Banco Nacional de México de Tacubaya. Ésta colindaba con otra propiedad de un alemán llamado Heriberto Pagelson, con quien se asoció y comenzó a adquirir tabiqueras en la zona de Naucalpan, haciéndose dueña de varias con el transcurso del tiempo.

En los años cuarenta conoció a Bernardo Quintana, se asoció con él para fundar una fábrica de ladrillos llamada Industria Cerámica Armada (ICA) empresa predecesora de la actual compañía, cuyas siglas fueron retomadas. Más tarde con el desarrollo del país y su transformación por medio de caminos y vías de acceso, carreteras, presas, escuelas, viviendas, etc., se inició un proyecto de urbanización a cargo de ICA con 18 fundadores y varias empresas, entre las que se encontraba la de Dolores Olmedo y Pagelson.

En 1948 se convirtió en gerente de CICSA (Compañía Inmobiliaria y Constructora) actividad poco común para esa época en donde las mujeres no participaban en actividades empresariales y mucho menos relacionadas con la construcción. ICA, por su parte bajo la dirección de Bernardo Quintana y otros ingenieros asociados, se convirtió en la constructora de muchas de las estructuras más representativas de México, desde la Basílica de Guadalupe hasta el Estadio Azteca.

De forma paralela a su actividad empresarial, Olmedo cultivó una gran sensibilidad artística y comenzó a relacionarse con gente cercana al medio, como Diego Rivera a quien conoció en 1924, cuando trabajaba en el edificio de la Secretaría de Educación Pública. De ahí surgió una amistad duradera basada en el mutuo interés por el arte y en la profunda admiración que Lola le profesaba. Otra relación trascendente, fue la que estableció con Howard S. Philips, su futuro esposo. Él se convertiría en una de las figuras más importantes para su formación intelectual e impulsaría de manera determinante muchas de sus acciones.

Philips, de nacionalidad inglesa, llegó a México en 1923 como periodista encargado de cubrir las notas en torno a los Tratados de Bucarelli. En un principio publicó la revista llamada Pulse of Mexico de corte empresarial, financiero y político. Unos meses después cambió la orientación de su publicación y surgió la revista mensual Mexican Life con una clara tendencia hacia la actividad artística, además de que difundía los atractivos turísticos de México para los extranjeros.

Conoció a Dolores cuando la revista publicó un retrato que destacaba la extraordinaria belleza de la señorita. En 1935 se casaron y del matrimonio resultaron cuatro hijos. A través de Philips, Dolores se adentró formalmente en el mundo de la cultura, y fue entre 1920 y 1932 cuando se consolidó un grupo de contemporáneos, al cual pertenecieron Carlos Pellicer, Salvador Novo, Jorge Cuesta, Xavier Villaurrutia, Jaime Torres Bodet, entre otros: la crema y nata de la juventud culta. Dolores y Howard se separaron en 1948, aunque siguió viviendo con ella hasta 1957, cuando se divorciaron en forma amistosa.

Sus ingresos como empresaria le permitieron adquirir, con el paso del tiempo, un gran número de obras de arte y piezas prehispánicas. Varias piezas eran de Diego Rivera, quien cercano a su muerte, le sugirió adquirir diez cuadros más para enriquecer su colección y asegurar su legado.

En 1962 Dolores Olmedo decidió adquirir la hacienda “La Noria”, en Xochimilco, además de una extensión de terrenos alrededor de esta construcción colonial. Fue en esta finca donde reubicó sus colecciones. Más tarde creó el Fideicomiso Museo Dolores Olmedo Patiño con el fin de albergar las 145 pinturas de Diego Rivera, 25 de Frida Kahlo, 42 de Angelina Beloff, más de 600 piezas prehispánicas reconocidas y registradas por el Instituto Nacional de Antropología e Historia, varios santos estofados del siglo XVIII, su colección de arte popular, 4.000 libros de la Biblioteca, pavos reales, guajolotes, patos, perros xoloitzcuintles y un jardín ecológico con más de 25 variedades de plantas y árboles mexicanos. Dolores Olmedo falleció el 27 de julio de 2002 en su casa de Xochimilco.

La muestra temporal que une nuevamente el recuerdo de Lola Olmedo y la empresa que fundó, estará abierta a partir del 5 de octubre y hasta el 29 de diciembre de este año. Presenta 20 recreaciones de emblemáticos edificios, que los visitantes podrán ir descubriendo durante el recorrido, así como espacios públicos y esculturas que han dado identidad a esta ciudad.


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