El legado “arcológico” de Paolo Soleri

El legado “arcológico” de Paolo Soleri

Con un promedio de 35,000 visitantes por año, Arcosanti −una alternativa a la expansión urbana basada en la teoría de Soleri sobre diseño compacto de ciudades, y que bautizó con el término de Arcología− conserva la esencia de su creador, quien además de arquitecto y diseñador urbano fue un artista, artesano y filósofo. Este laboratorio buscó crear un espacio de armonía entre el hombre y la naturaleza en medio del desierto.

 

El arquitecto italiano Paolo Soleri (1919-2013) reconocido ícono de la contracultura, fue además un personaje visionario en el campo del urbanismo. Acuñó el término “Arcología” una combinación entre arquitectura y ecología, y bajo este concepto concibió “Arcosanti”, una suerte de experimento urbano construido en el desierto Arizona.

Soleri nació en Turín, Italia y estudió en el Politécnico di Torino en donde obtuvo el grado de maestro en 1946. Poco después viajó a los EEUU para estudiar en Taliesin con el maestro Frank Lloyd Wright. Su afinidad con el maestro Wright es clara en cuanto a que ambos tenían un planteamiento ecológico para el desarrollo de la arquitectura y el urbanismo, sin embargo, mientras Wright proponía un diseño utópico para Broadacre City como extensión de la ciudad, Soleri en Arcosanti proponía lo opuesto: una implosión urbana en donde las ciudades se densificaban para dejar las áreas rurales intactas.

Arcosanti −ubicado en Mayer, un poblado del Condado Yavapai− más que un prototipo que llegó a construirse, es un sistema de entendimiento de la vida humana y de su huella sobre la tierra, que fue concebido tomando en cuenta la relación entre la ciudad y las aspiraciones de sus habitantes. Desde su fundación en 1970 se ha consolidado como un laboratorio centrado en diseños innovadores con responsabilidad ambiental que atrae cada año a cientos de estudiantes de todo el mundo para sumarse a sus diversos talleres y programas. También es considerado un semillero para cientos de arquitectos que continúan la visión de este gran pensador. Fue construido con el apoyo de más de 7,000 voluntarios desde el inicio del proyecto, y ofrece varios edificios de uso mixto y espacios públicos, en los que los participantes de un taller intensivo de cinco semanas viven y trabajan.

En sus talleres se enseñan los principios de la Arcología que posteriormente se llevan a la práctica en diversas obras en la localidad. Los residentes trabajan en aspectos de planificación, diseño, construcción, agricultura, paisajismo, carpintería y mantenimiento de archivos. Elaboran también las internacionalmente reconocidas campanas, llamadas Soleri Windbells, y que son la fuente principal de ingresos que mantiene al proyecto.

Jeff Stein, copresidente de la fundación Cosanti y quien conoció a Soleri en 1975, decidió seguir los pasos del visionario arquitecto, y es una de las personas que en la actualidad preserva su legado:

“Fabricamos alrededor de 300 campanas de bronce y arcilla al mes, que representa el 62% de los ingresos que mantienen el proyecto arquitectónico. Los residentes las elaboran a la vista de los visitantes en el taller que fue diseñado por Soleri”, explicó.

Por todo lo anterior, más que un proyecto que fusiona ecología y arquitectura, se trata de una visión construida, una afirmación de que otras formas de vida realmente comprometidas con el humano y su entorno,  pueden ser posibles.

 

Por Laureana Martínez Figueroa


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