Palacio de Correos, Centro Histórico, DF.

El Palacio Postal, modernidad al estilo de otros tiempos

Declarado Monumento Artístico en 1987, este excepcional edificio celebra su 111 aniversario.

 

En 1834, un viajero inglés llamado Charles Latrobe recorrió las calles de la Ciudad de México y tuvo la misma impresión que Bernal Díaz del Castillo había experimentado tres siglos antes: sintió que estaba atravesando un sueño.

Aquel viajero inglés fue quien impuso a la capital el título que la acompaña desde entonces —y que muchos atribuyen, equivocadamente, a Alexander von Humboldt—: La Ciudad de los Palacios, refiriéndose en ese tiempo a los palacios señoriales construidos con tezontle y cantera medio siglo atrás.

Fue durante el Porfiriato que el género palaciego cobró importancia y se implantó como una forma de expresar la búsqueda de la belleza, los adelantos tecnológicos y la prosperidad económica de la nación. En esta época no sólo se importaban las técnicas constructivas de la moderna Europa sino los materiales mismos, e inclusive a los arquitectos proyectistas. Por ello no sorprende que un italiano de nombre Adamo Boari− junto con el sabio en cálculos y cimentaciones de la época, el ingeniero Gonzalo Garita−, fuera el encargado de diseñar la Quinta casa de correos en el sitio en el que los franciscanos habían construido el Hospital Real de Terceros y en el que eran atendidos los miembros de la orden.

El Correo fue concebido entonces, como un edificio moderno− de estructura metálica incorporó adelantos técnicos como elevadores, materiales inflamables, entre otros− pero de estilo ecléctico. Francisco de la Maza lo describiría como“un edificio funcional…y fastuoso en su exterior para lo cual (Boari) no tuvo más sino que recordar el Palacio de los Dogos, volteándolo al revés, adornado con elementos platerescos, sin dejar de asomarse también al gótico isabelino”.

Y es que el eclecticismo− como diría Justino Fernández−, refiriéndose a la segunda obra de Boari en México, un monumento a Porfirio Díaz, no era otra cosa que “la fusión de lo viejo y lo nuevo…y el olvido del intermedio”.

Sin duda criticado, este estilo forma parte de nuestra historia arquitectónica, y es de celebrar que el Palacio Postal conmemore su 111 aniversario en esta ciudad. Al recorrer sus elegantes espacios, y observar los materiales y el detalle con que fue realizada su ornamentación, no cabe duda que esta arquitectura nos hace sentir, como diría Bernal Díaz del Castillo, estar atravesando un sueño.


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