Hotel Reforma/Hotel Victoria: Usos cuestionables del patrimonio arquitectónico del siglo XX

Hotel Reforma/Hotel Victoria: Usos cuestionables del patrimonio arquitectónico del siglo XX

El Hotel Reforma, el primero considerado moderno de la ciudad de México, obra de Carlos Obregón Santacilia y Mario Pani, fue pionero en su tipo por la calidad y el lujo de los servicios ofrecidos. En años recientes −como ocurre con varios edificios considerados patrimonio del siglo XX que para “ganarse la vida” adoptan nuevos usos− ha sido vestido de neón y utilizado como estrategia publicitaria para promover la Cerveza Victoria en día de Muertos. ¿Dónde trazar la línea entre uso y explotación de los edificios históricos? Estas y otras inquietudes surgen a partir del siguiente relato.

 

Desde hace un par de años, la Cervecería Victoria decidió, como estrategia de marketing, ofrecer a los habitantes de la ciudad de México, una atracción que, según la marca, más que vender, buscaba entretener y conectar con los consumidores, al mismo tiempo que intentaba rescatar las tradiciones mexicanas. La temporada elegida para llevar a cabo este proyecto fue el que correspondía a las celebraciones de días de muertos pues, según la empresa cervecera, “Las tradiciones mexicanas han perdido importancia, interés y brillo entre los jóvenes que hoy en día prefieren celebrar costumbres como Halloween. Es por eso que Victoria, en su afán por impulsar la historia y el folclore mexicano, ha venido adoptando una fecha tan simbólica como Día de Muertos para reinventarla, hacerla más innovadora y atractiva para este segmento, y poder transmitirla de una forma original”.

Se destacó que el objetivo fundamental de esta campaña era “ofrecer a la sociedad en general conocimiento de nuestra historia y raíces mexicanas. Asimismo, se busca contar con el apoyo de los seguidores de la marca para continuar impulsando este tipo de celebraciones que nos caracterizan como país.” Pero a todo esto ¿Cuál fue la atracción que implementó esta marca del Grupo Modelo y que por su éxito sigue llevándose a cabo este año? Ni más ni menos que la creación del llamado Hotel Victoria, un lugar donde el público disfruta la puesta en escena de leyendas mexicanas muy conocidas como La Llorona, El Colgado o La Dama de Rojo.

Aunque la dinámica de la atracción ha cambiado un poco durante estos años, la base de ésta consiste en el traslado de los visitantes a través de varias habitaciones interactivas que hacen que, —como al estilo de las casas de terror de cualquier parque de diversiones—, las personas se sientan parte de la puesta en escena. “Setenta actores y un crew responsable de los sonidos, escenografía e iluminación se encargan de que la gente viva una experiencia sensorial e inmersiva [¿?esta palabra no figura en el diccionario] en estas historias que forman parte del imaginario colectivo del pueblo mexicano.” Así la explicación de los creadores y desarrolladores de la idea. Los boletos para asistir se pueden adquirir a través de ticket master y el año pasado tenía un costo de 420 pesos por persona. Hasta aquí todo inofensivo. Sin embargo, la cosa cambia cuando nos fijamos en la dirección que dan los promotores para la cita con el terror a “a la mexicana”: El número 109 del Paseo de la Reforma esquina con la calle de París.

Esta esquina de la ciudad, aloja uno de los edificios más importantes de la capital e incluso me atrevería a decir que del país. Es el asentamiento del Hotel Reforma, el primero considerado moderno de la ciudad de México, obra de los arquitectos Carlos Obregón Santacilia —en un primer momento—, y Mario Pani —en una segunda etapa— y financiado por su tío, el ingeniero, funcionario y empresario Alberto J. Pani. A través de la empresa Edificios Modernos S.A., el Hotel Reforma era parte de un plan de desarrollo turístico que contemplaba desde la creación de buenos sitios de alojamiento, hasta la planeación de modernas vialidades y obras de rehabilitación de edificios que resultaran atractivos para los visitantes extranjeros.

El Hotel Reforma fue pionero en su tipo por la calidad y el lujo de los servicios ofrecidos, igualaba sin duda a los mejores sitios de hospedaje de otros países. Ofrecía 250 habitaciones y 250 baños, el primer sitio de hospedaje en el D.F. con un baño por cuarto. Dentro del proyecto, se prestó especial interés por los interiores, que fueron diseñados de manera cuidadosa para aportar el toque de mexicanidad y de modernidad tan demandado por los arquitectos, los empresarios y el público en general. Un elemento que lo distinguió también fue la incorporación del roof garden, que logró que el proyecto se integrara a los cánones del internacionalismo y, por supuesto, a la modernidad. Fue toda una novedad en la arquitectura mexicana no sólo por su estructura, también por sus instalaciones pues fue el primero que utilizó tubería de cobre para el agua potable y de fierro fundido para las aguas negras.

El Hotel Reforma además, fue el primero que albergó murales de Diego Rivera en sus instalaciones, mismos que resultaron bastante polémicos por el tipo de mensaje que el pintor decidió darle a su trabajo en tono de crítica a la misma actividad turística promovida por Pani, por lo que la obra tuvo que ser retirada del lugar para el que originalmente fue planeada. El mural titulado El Carnaval de la vida mexicana hoy puede verse en el Palacio de Bellas Artes aunque incompleta. Esto y otros episodios vinculados al financiamiento, la falta de dinero para sostener el proyecto, las presiones bancarias, la falta de socios que lo apoyaran, los gastos de su propio bolsillo y demás, hicieron que Pani viera mermada su salud considerablemente, al punto de dejar su amado proyecto en manos ajenas para poder recuperarse.

El Hotel Reforma es un bello y apasionante episodio de la historia arquitectónica, empresarial, artística y turística de México, en perfectas condiciones para ser utilizado con objetivos culturales o quizá, sí con intenciones comerciales pero desde otros puntos de vista. Generalmente desolado, los días de muertos es iluminado con colores neón, se le cuelga un letrero luminoso que tapa la famosa R que lo caracterizaba y sus pasillos recorridos por cientos de personas que si bien tal vez se encuentren interesados en las típicas y choteadas leyendas mexicanas, no tienen idea de que el edificio que recorren es una muestra palpable de la arquitectura y cultura contemporánea de su país.

Por Paulina Martínez Figueroa


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