El Pabellón de Barcelona. Una historia compartida

El Pabellón de Barcelona. Una historia compartida

Este año es especial. Se conmemora el 50 aniversario luctuoso del arquitecto Mies Van der Rohe, y se celebran los 90 años del Pabellón de Barcelona, obra cuya autoría comparte con la arquitecta y diseñadora Lilly Reich. Por ello, en esta edición vamos a conmemorar dichos acontecimientos con la historia este edificio, ícono moderno y símbolo de la revaloración de las mujeres en la historia de la arquitectura.

 

Si “la historia con H mayúscula es un territorio masculino”, la de la arquitectura, y en particular, el episodio que comprende el estudio del Movimiento Moderno, era, hasta ahora, un sitio vedado. El reconocimiento a labor de las arquitectas pioneras de dicho periodo, es el resultado de una lucha por la visibilidad histórica, heredada de las distintas olas del feminismo y cuyas bases fueron retomadas por el campo interdisciplinario de los estudios de género. Esta necesidad de reconocimiento de la mujer y sus aportaciones a lo largo del tiempo, ha llevado a varios investigadores a realizar una revisión de aquellos episodios que daban por inamovibles. Es el caso del Pabellón de Barcelona, cuya autoría comparten Mies Van der Rohe y Lilly Reich. Empecemos, pues, por conocer el lado femenino de esta historia.

Lilly Reich, a pesar de no haber estudiado arquitectura, realizó trabajos de otras disciplinas artísticas estrictamente ligadas a ella. Comenzó su carrera en Viena estudiando moda, como alumna de los arquitectos Hermann Muthesius y Peter Behrens. Luego continuó su instrucción con el arquitecto Josef Hoffmann, quien dirigía la Wiener Werkstätte, un taller que producía objetos basados en diseños de artistas vanguardistas, por lo que en un principio decidió dedicarse al diseño de mobiliario. Sin embargo, comenzó a tener encargos relacionados al diseño de interiores, por ejemplo, la exposición en un escaparate de una farmacia en Elefanten-Aotheke, en Berlín en 1912.

Entre 1914 y 1924 trabajó en su propio estudio, dedicado a realizar proyectos que abarcaban el diseño de interiores, las artes decorativas y la moda. Su arduo trabajo le otorgó un reconocimiento especial: ser la primera mujer elegida como miembro del Consejo de Dirección de la Deutcher Werkbund en 1920.

No obstante, su periodo profesional de mayor fecundidad, fue al lado del arquitecto Ludwig Mies van der Rohe, con quien se asoció en 1927.  Juntos realizaron varias exposiciones entre las que destacan: “De la fibra al tejido” —carta de presentación de la pareja a nivel profesional—; “Colonia Residencial de Vivienda Moderna Weissenhof” en Stuttgart, en donde mostraron productos industriales, vidrios, tejidos y otros diseños textiles de la Bauhaus; y la “Sala de Vidrio y Trabajos del linóleo alemán” para la Asociación de Fabricantes Alemanes de Vidrio de Colonia.

En 1929, debido a los éxitos obtenidos en las exposiciones anteriores, Reich y Mies van der Rohe fueron nombrados directores artísticos de la sección alemana de la Exposición Mundial en Barcelona. Además, les fue encargado un pabellón para albergar la recepción oficial en la inauguración presidida por el rey Alfonso XIII junto a las autoridades alemanas. El resultado fue el ícono que hoy conocemos, en donde se exhibió por primera vez la famosa silla Barcelona, una de las piezas de mobiliario más importantes del último siglo.

Según Albert Pfeiffer, Vicepresidente de Diseño y dirección de Knoll —la compañía que manufacturó la silla y que desde 1953 posee los derechos para producir y vender el mobiliario atribuido a Mies van der Rohe— “se está convirtiendo en más que una coincidencia que la involucración y éxito de Mies en el diseño de exposiciones comience al mismo tiempo que su relación personal con Reich. Es interesante de resaltar que Mies no desarrolló ningún mueble moderno de manera exitosa ni antes ni después de su colaboración con Reich”. Y es que, de acuerdo a los investigadores y expertos en la materia, Cristian Cirici, Fernando Ramos e Ignasi de Solà-Morales, la figura de Lilly Reich. «Fue la gran olvidada, fagocitada por Mies».

Ante ello, hay que mencionar que la colaboración de ambos arquitectos, como sucede comúnmente en los despachos de diseño, fue muy estrecha y por esta razón, siempre es difícil trazar los límites de sus autorías. Sin embargo, poco a poco comienza a ser reconocido el papel de Reich como co-creadora del Pabellón, y de otras obras realizadas por la dupla, tales como en la casa Tugendhat de 1929 y la casa Lange de 1930.

Esta historia compartida tiene un final inesperado. El auge del nazismo en Alemania obligó a Mies a emigrar a Estados Unidos en 1937. Ahí, fue nombrado director de la Escuela de Arquitectura del Instituto de Tecnología de Illinois de Chicago. Un año después, en septiembre de 1939, Lilly visitó a Mies en EEUU un par de semanas, quizá con la intención de quedarse con él. Sin embargo, su interés no fue correspondido, por lo que regresó a Alemania en los peores momentos de la Segunda Guerra Mundial. Nunca más se volvieron a ver, y, sin embargo, ella cuidó del archivo personal de Mies, que constaba de más de 4000 dibujos, y lo protegió de los bombardeos al esconderlo en una granja a las afueras de Berlín.

Se puede decir entonces, que gracias a Lilly poseemos parte del legado de Mies. Quizá por ello, en retribución, la Fundación Mies van der Rohe ofrece la Beca Lilly Reich para la igualdad en la arquitectura cuyo objetivo es apoyar “el estudio, divulgación y visibilización de aportaciones en la arquitectura que han quedado indebidamente relegadas u olvidadas, […] y fomentar el acceso en igualdad de oportunidades al ejercicio de la arquitectura”.


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