D.M. Nacional: los muebles del Milagro Mexicano

D.M. Nacional: los muebles del Milagro Mexicano

La historia del diseño industrial en nuestro país, tiene su propio surgimiento, desarrollo y personajes. Entre ellos, destaca la figura de Antonio Ruiz Galindo, cuya visión y trabajo llevaron al mobiliario a afianzar esta nueva disciplina relacionada con la arquitectura, el interiorismo y la comodidad.  

 

Antonio Ruiz Galindo nació en Córdoba, Veracruz, en el Barrio de San Sebastián en 1897; criado por su madre que tenía que lavar ajeno para mantenerlo, se unió de forma rápida a las filas de la Revolución. Haber militado junto a Cándido Aguilar lo llevó al exilio en los Estados Unidos por algún tiempo y cuando regresó tuvo que buscar la forma de mantenerse y encontrar una actividad en la que desenvolverse a futuro.

De esta manera se inició en el terreno de las ventas con la empresa General Fireproofing Co., y posteriormente con la Comercial and Distributing Co. que fueron sus primeros contactos con los muebles de acero. Pero fue hasta 1929 y con la cantidad de diez mil pesos que consiguió gracias a la hipoteca de su casa habitación, que fundó Distribuidora Mexicana (DM) dedicada en ese momento a la venta de muebles de acero importado para oficinas. En 1932, acompañado de trece obreros, en un modesto taller de la calle de Gorostiza en la ciudad de México, decidió iniciar la fabricación de ese tipo de muebles en el país.

Para iniciar con esta pequeña empresa Ruiz Galindo se puso en contacto con las personas con las que trató en su época de importador. Por desgracia, esta primera planta se quemó totalmente en 1937, pero no todo fue pérdida, pues esto le dio la oportunidad de crear una nueva en el noreste de la ciudad de México. El lugar que eligió Ruiz Galindo para instalar su nueva fábrica se ubicó en terrenos de lo que entonces era el pueblo de San Juan de Aragón, en un área de 450 mil metros cuadrados, la cual fue inaugurada en 1940.

Durante los primeros años de esta década todo fue bonanza para la nueva D.M. Nacional. Los muebles que producía se volvieron un ingrediente básico de la decoración de oficinas públicas e instituciones gubernamentales. Gracias a grandes contratos y convenios, se encargó de amueblar las salas de espera del imss, de la sep, todo tipo de oficinas públicas y privadas y en general, de equipar a todo la burocracia del largo Milagro Mexicano. Además de la nueva fábrica, la empresa de Ruíz Galindo contaba con un vistoso salón de exhibiciones en el Paseo de la Reforma, muy cerca de la glorieta de Colón y otro en la calle de Gante en el Centro Histórico, diseñado por el arquitecto Juan Sordo Madaleno.

Esta importante expansión de su negoció le permitió inaugurar en 1946 la Ciudad Industrial D.M. Nacional, una vasta unidad de trabajo y habitación que tenía características muy singulares. Concebida y realizada para elevar de una manera real y efectiva el nivel de vida del trabajador, la ciudad industrial brindaba al personal, además de otras prestaciones, servicios sociales como comedores en donde se realizaban las comidas de manera gratuita y basadas en una dieta altamente nutritiva y vigilada por doctores; clínicas y servicios médicos; jardín de niños y escuela primaria, también con servicio de alimentación; escuela de capacitación técnica para trabajadores; biblioteca, mercado, gimnasio, campo deportivo y alberca; una unidad habitacional para los trabajadores y servicio de transporte.

Para los años en que Ruiz Galindo inauguró su ciudad industrial, también comenzaba a debatirse entre el gremio arquitectónico la importancia del mobiliario en relación con los espacios. Se hablaba ya de la tendencia hacia la integración en el diseño arquitectónico o industrial, del mueble como un objeto funcional, pero a la vez con un valor estético adecuado al lugar que lo albergara. Así, el mueble dejaba de ser un objeto arbitrario y pasaba a ser un elemento arquitectónico, con interacciones esenciales y que tenía que hablar el mismo lenguaje que su edificio.

De igual forma, se consideraba que el diseño del mobiliario compartía las principales características del diseño arquitectónico, como “la consideración de espacios fluídamente continuados; el uso indistinto de materiales naturales o sintéticos; la liberación de la rigidez geométrica; el uso rítmico de unidades modulares”; entre otras. En general, todo dependía del espacio en que iban a usarse, los muebles debían estar supeditados a él y en una colocación que no obstruyera el movimiento del cuerpo ni de la vista, y que tendiera siempre a crear amplitud espacial real o sensación de ella.

Con el tiempo, la empresa de Ruiz Galindo ya no sólo elaboraría enseres para casas u oficinas, sino también comenzaría a fabricar los grandes equipos que los empresarios hoteleros tenían que importar generalmente de Estados Unidos porque aquí no había quien los fabricara. Ruiz Galindo tuvo el tino de elegir un nicho que no estaba desarrollado en México y esto le dio la posibilidad de entrar de manera importante en el mercado, de evitar la competencia y de innovar en muchos sentidos.

A fines de 1958, en el duodécimo aniversario de la inauguración de la Ciudad Industrial y como muestra del dominio que los trabajadores de la empresa habían alcanzado en la técnica de la fabricación de muebles y equipos de acero para oficina, D. M. Nacional presentó su nueva línea de muebles llamada Línea H, que fue considerada lo más revolucionario en la materia: “diseñada con graciosa expresión estética, de acuerdo con la época y la tendencia internacional de funcionalismo” además, la novedad de los colores elegidos para armonizar con la decoración, así como las múltiples combinaciones posibles para adaptarse a las funciones específicas de cada oficina, negocio, etc., resumió la maestría que la empresa había alcanzado a lo largo de 30 años de fabricación de muebles.

Ruiz Galindo fundaría posteriormente Industrias Ruiz Galindo S.A., otra fábrica de muebles pero domésticos y no institucionales, que se caracterizó por contratar a incipientes diseñadores y arquitectos como Pedro Ramírez Vázquez, y de reinterpretar modelos de diseñadores extranjeros como Charles Eames o Eero Saarinen. Hoy en día D.M. Nacional es considerado un referente básico en la historia del diseño industrial mexicano, en el nacimiento de la industria mexicana y en el crecimiento económico del país.

Por Paulina Martínez Figueroa


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