Alfonso Reyes y su Visión de Anáhuac
En esta entrada del blog les recomendamos un texto de gran interés tanto para los que estudian a la Ciudad de México como para aquellos que buscan comprenderla a través de la palabra escrita. Se trata de Visión de Anáhuac de Alfonso Reyes, una “cauda de imágenes que celebra el tiempo prehispánico y, a la vez, conforma una compleja perspectiva de la historia y la cultura mexicana.”
Para comprender la relación compleja entre el agua y la ciudad de México, basta con sumergirse en su historia: echarse un clavado a la llamada “Ciudad de papel” con la que Gonzálo Celorio hizo referencia a las voces de quienes constantemente la registran, la definen, la inventan y la salvan de la destrucción. Estos testimonios permiten entender la vida de una ciudad que para construir su futuro ha destruido indefectiblemente su pasado.
En estos tiempos en los que se define el futuro de Texcoco, en los que se habla y se vive la escasez del vital líquido, es importante conocer un poco más de nuestra capital y de su entorno, y eso es posible gracias a textos como el que hoy recomendamos.
Se trata de Visión de Anáhuac de Alfonso Reyes, una “cauda de imágenes que celebra el tiempo prehispánico y, a la vez, conforma una compleja perspectiva de la historia y la cultura mexicana” (González Torres, 2010).
Alfonso Reyes −escritor, poeta, ensayista, narrador, diplomático y pensador mexicano− escribió esta obra en el exilio, cuando se encontraba en Madrid, en 1915. Quizá por ello la obra tiene cierta nostalgia, pero también es una afirmación de amor hacia México y una estrategia literaria para mantener unidos los lazos con su país.
Considerado un ensayo poetizado, una prosa poética o una pieza de historia lírica es un texto que engrandece el paisaje del valle de México y la ciudad prehispánica, a través de distintos enfoques descriptivos que van del contemporáneo al conquistador, del sabio fascinado al indígena. Con gran riqueza narrativa, describe el paisaje físico y humano anterior a la Conquista y muestra un mundo en el que lo hispano y lo occidental no representan un modelo invariable, sino una amplia tradición que es posible discernir y reinventar. Aquí les compartimos un fragmento.
Abarca la desecación del valle desde el año de 1449 hasta el año de 1900. Tres razas han trabajado en ella, y casi tres civilizaciones —que poco hay de común entre el organismo virreinal y la prodigiosa ficción política que nos dio treinta años de paz augusta—. Tres regímenes monárquicos, divididos por paréntesis de anarquía, son aquí ejemplo de cómo crece y se corrige la obra del Estado, ante las mismas amenazas de la naturaleza y la misma tierra que cavar. De Netzahualcóyotl al segundo Luis de Velasco, y de éste a Porfirio Díaz, parece correr la consigna de secar la tierra. Nuestro siglo nos encontró todavía echando la última palada y abriendo la última zanja.
Con Visión de Anáhuac, Reyes se inscribe en la prolongada genealogía de autores que describen los orígenes de la urbe, el contacto entre dos culturas −de hecho varios autores consideran que es el texto entero es un elogio al mestizaje−; el lugar de las naciones hispanoamericanas en la historia y la cuestión de los legados históricos.
Por Laureana Martínez Figueroa