El Polyforum Cultural Siqueiros (Parte 1. La historia)

El Polyforum Cultural Siqueiros (Parte 1. La historia)

“No se mueve ni se toca” fue el emblema con el que se presentó en días pasados el Proyecto Integral para el rescate del Polyforum Siqueiros, pieza clave para la historia del arte, de la arquitectura e incluso para la historia empresarial del país. Por esta razón la siguiente entrada del blog será la primera de dos notas dedicadas a este recinto cultural cuya importancia merece ser difundida. 

 

El Polyforum Cultural Siqueiros fue una obra magna patrocinada por un empresario, hotelero, Manuel Suárez, miembro de la iniciativa privada cuya experiencia en hotelería y con algunos otros negocios restauranteros, le hicieron tener la confianza suficiente para comenzar a planear una jugada ambiciosa. Se propuso construir el hotel más grande de México en la capital de la República: así comenzaría la aciaga historia de El Hotel de México.

Hay quien comenta que la idea comenzó a fraguarse entre 1966 y 1967, pero se tiene noticia de que las negociaciones iniciaron desde 1950. La zona elegida para su construcción fue el conocido como Parque de la Lama, ubicado en la colonia Nápoles, entre las calles de Dakota y Filadelfia, esquina con insurgentes, en los terrenos del empresario José de la Lama en la ciudad de México. Al parecer el parque era conservado por su propietario como un espacio privado para llevar a pasear a su perro en las mañanas y leer el periódico, por lo que Suárez decidió entablar pláticas con el dueño del parque que fue finalmente convencido de vender el predio.

Después de elegir el equipo de trabajo −formado por los jóvenes estudiantes de arquitectura Joaquín Álvarez Ordoñez, Guillermo Rosell de la Lama, Ramón Miquelajáuregui y el ingeniero Heberto Castillo, creador de la tridilosa− pedir los permisos, dar el visto bueno a los proyectos y demás, fue en 1966 que la obra comenzó formalmente, cuando Suárez tenía ya 70 años de edad. En abril de ese año se colocaron los primeros cimientos pero un año después, el proyecto que originalmente habían presentado los arquitectos se había transformado totalmente. Manuel Suárez decidió llamar al nuevo diseño Conjunto Urbano, Cívico, Turístico, Comercial y Cultural México 2000. Éste consistía en un complejo arquitectónico que comprendía once rubros: Torre principal del Hotel de México; Polyforum Siqueiros; parque comercial con deambulatorio peatonal; escuela de arte público; mercado de artesanías; teatro y cine club; zona de recreación y jardines; hotel anexo en predio continuo; centro nocturno; auditorio para ferias y convenciones; estacionamiento y terminal de transporte colectivo.

Para 1968, la obra consumía grandes cantidades de dinero y el afán de Suárez por llevar a cabo el proyecto él solo, con sus propios recursos, sin ayuda financiera de nadie, hizo que la obra avanzara muy lentamente. Por lo mismo, lo único que pudo hacer en esos momentos fue vender, poco a poco, sus otros negocios para poder seguir adelante.  A pesar de las dificultades, la obra del conjunto de Suárez continuó y para 1971, no se inauguró el hotel, pero sí uno de los espacios principales que figuraban en el itinerario del empresario: el Polyforum Cultural Siqueiros.

La construcción del Polyforum cubrió una superficie total de 11 643 metros cuadrados, en cuatro niveles, contando además con un teatro y diversos espacios para exhibición de arte y venta de artesanías. No era un edificio común, pues su interior tenía forma de elipse octogonal, mientras que el exterior presenta una forma dodecagonal, había plataformas giratorias y otros mecanismos, como grúas eléctricas para mover los cuadros murales. La obra no sólo conjuntó al muralista David Alfaro Siqueiros y a los arquitectos mencionados, sino a expertos en ingeniería y en tecnología constructiva de la época, muestra de la capacidad financiera del empresario y también de las relaciones que mantenía con todo tipo de profesionistas.

De esta manera, con el esfuerzo conjunto del empresario, artista, arquitectos, ingenieros, musicólogos, iluminadores, artesanos y decoradores, se obtuvo un edificio realmente sui géneris en el que se distinguieron tres elementos claves: el área de artesanías alojada en el sótano y semisótano; el vestíbulo o deambulatorio, destinado a galería de arte y entrada principal a nivel de la calle; y la sala de esculto-pintura, totalmente cerrada a la cual se llegaba por medio de elevadores escénicos, transparentes y movidos por émbolos. La idea de que esta construcción estuviera completamente cubierta de dibujos, respondió a la idea del empresario y arquitectos de que pudiera verse en toda su magnificencia desde cualquiera de los pisos del hotel y así, al combinarla también con los jardines y demás elementos constructivos de los alrededores, se conseguiría un efecto estético único en la ciudad. De esta manera, “el polyforum constituyó […] la primera agrupación orgánica de múltiples escenarios, proyectados con sentido dinámico, para exhibir las expresiones más calificadas de orden cívico y cultural de México […]” y materializó tanto la sensibilidad artística del mecenas, como su idea de socializar la cultura como parte de una visión integral de proyección nacional e internacional que debía tener México, a partir del fomento a las artes.

Por Paulina Martínez Figueroa


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