Reflexiones sobre arquitectura y migración en México

Reflexiones sobre arquitectura y migración en México

Se trata de un desafío global cuyo mensaje es claro: la migración es un tema que los arquitectos deben entender y responder. ¿Cómo puede la arquitectura atender las necesidades de espacio de los migrantes que transitan por México, y garantizar así sus derechos humanos?

 

La migración es un tema complejo y multidireccional, que involucra factores económicos, geográficos, políticos, sociales y también arquitectónicos. Los arquitectos no pueden permanecer ajenos a una realidad que ha caracterizado al siglo XXI como el de las migraciones: el gran cambio de las poblaciones humanas, de la vida rural y la agricultura, a las ciudades.

En sentido opuesto, históricamente, cabe mencionar que el proceso de urbanización y modernización de muchos pueblos de México se debe a las inversiones de los migrantes. En décadas pasadas ellos eran los principales promotores para poner líneas telefónicas que necesitaban para comunicarse con sus parientes. Invertían en la plaza del pueblo, donaban bancas, arreglaban la iglesia, gestionaban la pavimentación y el drenaje.

Como lugar de tránsito de las personas migrantes, los desafíos constructivos son diferentes pues hay una gran necesidad de espacio y mejoramiento de las condiciones de los actuales albergues. Actualmente en el país hay 52 puntos, distribuidos en diversos estados, que atienden a migrantes a lo largo de su trayecto con destino a Norteamérica. El promedio que puede permanecer un migrante en el albergue es de tres noches. Pero lo cierto es que “no cuentan con los espacios adecuados ni los recursos suficientes”, explicó Rodolfo Franco, de la Organización Internacional de Migraciones (OIM).

Sobre este tema el papel que desempeña la sociedad y el estado es fundamental. Franco opina que ambos deberían garantizar que los migrantes puedan acceder a servicios de salud, de alimentación, entre otros, y los albergues tendrían que reunir un conjunto de “capacidades físicas y materiales que ayudaran a reducir las vulnerabilidades de las personas migrantes”. En cambio, la arquitecta chilena Joan Mac Donald, experta en el trabajo en asentamientos humanos, y presidenta del Servicio Latinoamericano, Africano y Asiático de Vivienda Popular  (SELAVIP), plantea que dejar las soluciones en manos del Estado no es muy conveniente, ya que por lo general, su actitud es tomar decisiones radicales, sin tomar en cuenta las particularidades de las situaciones de las personas.

Agregó que también se debe tener “cuidado con la forma en que se da la ayuda, para que ésta no castre las potencialidades que tienen las personas, sino que las potencialicen”, es decir, no volver dependiente a una persona que ha tomado la decisión de desplazarse y comentó que es importante retomar el concepto de “espacio regional”, para “empezar a entender a América Latina como un sólo espacio”,  en donde los países estén más integrados en términos de políticas territoriales.

La OIM calcula que existen en México 214 millones de migrantes, y el albergue más concurrido es el de Tapachula, Chiapas, donde se estima que llegan 3,000 migrantes procedentes de Centro y Sudamérica, número que va decreciendo conforme se acercan al norte del país. Estas cifras resumen y justifican la necesidad de explorar soluciones para crear albergues que cumplan la función de recibir y refugiar a los migrantes que llegan al país. Pero no sólo eso, además de proveer un techo, aseo, comida y asistencia legal, los espacios deberían ser la respuesta arquitectónica de conceptos como empatía, dignidad, esperanza y respeto.

La Casa del Migrante de Saltillo, el Centro de Análisis e Investigación Fundar, el Centro de Apoyo al Trabajador Migrante, el Centro de Derechos Humanos Fray Matías de Córdova, el Centro de Reintegración Familiar de Menores Migrantes, la Coalición Pro Defensa del Migrante de Baja California, la Dimensión Pastoral para la Movilidad Humana, Incide Social, el Servicio Jesuita a Migrantes, Sin Fronteras y la Casa del Migrante, en Lechería-Tultitlán son algunas organizaciones que actualmente atienden la demanda de espacios pero cuyas capacidades se han visto rebasadas.

Por ello es necesario que más profesionistas se involucren en este tema que abre la posibilidad de transformación del territorio bajo un enfoque contemporáneo de la arquitectura y el urbanismo.


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