Refugio para mujeres en Uruapan gana reconocimiento internacional
La obra fue reconocida dentro de las finalistas de la categoría Arquitectura Comercial / Institucional de más de 1000 m2 en el certamen de la revista canadiense de diseño y arquitectura Azure, en donde participaron 997 arquitectos y diseñadores de 46 países.
La violencia contra las mujeres en México ha alcanzado niveles epidémicos. Esta situación persiste, de acuerdo con la ONU, a pesar de aprobación de leyes severas para frenarlo y muchas veces está relacionada con el crimen organizado.
En este contexto surge la necesidad de concebir espacios para cumplir programas arquitectónicos inéditos. Es el caso de este refugio para mujeres en Uruapan− la segunda ciudad más importante y la segunda más poblada del Estado de Michoacán−un lugar que ha sido afectado por la ola de hechos violentos a nivel estatal.
La obra fue reconocida dentro de las finalistas de la categoría Arquitectura Comercial / Institucional de más de 1000 m2 en el certamen de la revista canadiense de diseño y arquitectura Azure, en donde participaron 997 arquitectos y diseñadores de 46 países.
Sus creadores, la firma Origen 19º 41′ 53”N de los arquitectos Omar y Hugo González Pérez, son originarios de la Ciudad de México, pero radican desde hace varios años en Morelia, Michoacán y conciben la arquitectura como “el arte con el cual la población alcanza y sublima lo sensible, ayudando a que las personas recuerden y practiquen, el ser humanos.”
Bajo esta idea fue concebido el refugio, un espacio para dar hogar temporal a 36 mujeres, un sitio de convivencia y recuperación que cuenta con una clínica y un área de terapia. Los arquitectos explicaron que este espacio fue diseñado como un albergue donde la mujer víctima de violencia se pudiera sentir protegida y a su vez los espacios abiertos y la luz ayudaran a crear un ambiente propicio tanto para su recuperación, como para el aprendizaje de algún oficio con miras a su reincorporación a la sociedad.
Los diversos componentes funcionales fueron organizados por una circulación que corre en forma de zigzag a lo largo del predio de 3,978 m2 de forma rectangular. La volumetría, los colores y la escala, recuerdan el vocabulario arquitectónico de Ricardo Legorreta, o incluso de Luis Barragán. Predomina el amarillo, que contrasta con la obscuridad del acceso: “La puerta al edificio es negra porque simbólicamente refleja el estado en que llega una mujer maltratada, en total obscuridad, pero al final de ese pasillo hay un patio pintado de amarillo que se intensifica con la luz del sol y es un símbolo de luz y esperanza”.
El edificio se construyó con la posibilidad de extenderse, albergando más espacios para atender a más mujeres víctimas de violencia de género. “Es un espacio de resguardo, de protección, un edificio introspectivo porque desde la fachada se cierra hacia el exterior, pero hacia adentro se abre… son cuatro crujías de edificio y cada una se abre en todos sus lados laterales, cada espacio a su vez se abre hacia un área verde”, afirmó Hugo González.
Este edificio logró estar entre los seis finalistas de construcciones de países como China, París, Toronto y Brasil. A pesar de que el proyecto no ganó, los arquitectos destacaron esta nominación como un reconocimiento internacional. “La cultura del esfuerzo es fundamental, esto ya es un reconocimiento ser finalistas después de 13 años de trabajo continuo”, dijo Omar.
Sin duda un logro para la arquitectura mexicana que muestra una realidad nacional de la que no podemos enorgullecernos.